Keep calm and keep researching.

sábado, 29 de diciembre de 2012

Microlithopanspermia de película

"Y diseminados por todas partes: algunos en sus máquinas de guerra derribadas; otros en las máquinas de trabajo, ahora inmóviles, y una docena de ellos tendidos en una hilera silenciosa, se hallaban los marcianos..., ¡todos muertos! Destruidos por las bacterias de la corrupción y la enfermedad, contra las cuales no tenían defensas; destruidos,  como le estaba ocurriendo a la hierba roja; derrotados — después que fallaron  todos los inventos del hombre — por los seres más humildes que Dios, en su sabiduría, ha puesto sobre la Tierra."

Así rezaba la clásica novela "La guerra de los mundos" de H. G. Wells al final de sus páginas cuando la invasión marciana era derrotada por nuestros microorganismos terrestres. La humanidad se salvaba pues gracias a estos particulares y diminutos seres que colonizan nuestro planeta. 
Interesantes las capacidades de estos organismos en la ficción y extraordinarias en la realidad. 
Marciano de la película "La guerra de los mundos" (1953)
Quizá unos de nuestros héroes hoy en día sean los microorganismos extremófilos, con sus extraordinarias aptitudes ante condiciones extremas ofreciendo resistencia hacia  radiación UV, rayos X, viento solar, choques térmicos... Con estas características no es extraño preguntarse si estos organismos, con sus muchas defensas ante condiciones de vacío interestelar, podrían surgir originariamente del espacio o navegar por él para colonizar otros planetas. Es aquí cuando entramos en la eterna discusión del origen de la vida con la famosa teoría de la Panspermia (Arrhenius, 1903). Si bien, esta teoría ya propuesta desde hace bastantes años, consta de tres pasos fundamentales para que la vida sea sembrada por el espacio aunque no soluciona el origen en sí:

     1. Debe producirse una expulsión de masa contaminada biológicamente de un planeta hacia el espacio,  normalmente producida por un gran impacto. 

     2. Esta masa contaminada pasaría a llamarse meteoroide, en este caso procedente de un planeta, que viajaría por el espacio cargado con sus pequeños tripulantes. Existiría la posibilidad de que un meteorito pasara por la órbita baja de la Tierra obteniendo microorganismos de las capas superiores de la atmósfera y actuando como transporte. A este proceso se le denominaría Lithopanspermia (Nicholson, 2009).

     3. Por último, la conversión de meteoroide a meteorito, cuando dicho cuerpo aterrizaría en el planeta destino evitando si fuera posible una deposición destructiva del material biológico que transporta.

Se han realizado numerosos experimentos para corroborar los distintos pasos descritos como revela un estudio realizado por el Instituto de Biofísica Carlos Chagas Filho (Brasil). Los protagonistas de dichos experimentos no podían ser otros que los extremófilos. Así por ejemplo, para defender la veracidad del primer paso (recordemos, duro impacto), las esporas de Bacillus subtilis, células vegetativas de la cianobacteria Chroococcidiopsis sp y ascocarpos de líquenes como Xanthoria elegans fueron sometidos a fuertes choques con rangos fluctuantes de 5 a 40 GPa, lo que podría resumirse a unas 395ooo veces nuestra presión terrestre y ¡resistieron!

El segundo paso plantea la posibilidad de supervivencia a lo largo del viaje espacial donde nuestros extremófilos deberían hacer frente a las altas dosis de radiación. Defendiendo este punto de la Panspermia, tendríamos a Deinococcus radiodurans y Bacillus sp., capaces de mantener una población mínima en el interior de un meteoroide de al menos 33 cm de diámetro y soportando un viaje interplanetario Marte-Tierra de alrededor de 1 millón de años. 


Para corroborar un tercer y definitivo paso (la re-entrada del meteorito en el planeta destino), se expuso Chroococcidiopsis sp., al experimento STONE de la ESA, encargado de estudiar el comportamiento de esta cianobacteria dentro de un meteorito durante la re-entrada. En este caso, la cianobacteria se inoculó en una muestra de roca gneis simulando la parte externa de un meteorito. Chroococcidiopsis sp.  resistió la re-entrada hasta que se produjo un calentamiento extremo a los 5 mm de profundidad en el meteorito.

Ejemplo de simulación de meteorito después de aterrizaje.
Fuente INTA 
Sin duda, estos experimentos ponen de manifiesto la posibilidad de que la lithopanspermia, en este estudio llamada Microlithopanspermia, podría producirse no ya en nuestro sistema planetario si no en otros muchos.

Más información: Probing the limits of extremophilic life in extraterrestrial environment‐simulated experiments

Esta entrada participa en la XIX Edición del Carnaval de Biología, organizado por La Fila De Atrás (@MyrRB)

No hay comentarios:

Publicar un comentario